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PASO CELESTE DE TABERNAS

UNA LEVANTÁ POR NUESTROS PEQUEÑOS

UNA LEVANTÁ POR NUESTROS PEQUEÑOS

Este año voy a escribir como madre que he sido hace un año. Me gustaría dedicar mis palabras no sólo a mi hija sino a todos los niños y niñas de nuestra cofradía. El año pasado pudimos ver como se juntaron muchos pequeños vestidos de celeste. Niños y niñas de los cuales la mayoría ni siquiera sabían andar y esta imagen nos hizo mucha ilusión a todos.

Es cierto que los padres y madres somos los que decidimos primero cómo hacer vivir a nuestros hijos e hijas la Semana Santa. Luego al crecer, cada uno de estos niños tomará sus propias decisiones, pero es siempre un gran orgullo ver como en muchas familias un mismo sentimiento cofrade se va transmitiendo de padres a hijos.

La Semana Santa con un niño en casa se vive de forma diferente, casi me gustaría decir que se vive más intensamente. Así es, ellos son los que muchas veces insisten en que hay que ir a acompañar a nuestras imágenes en cada procesión. Además, a través de ellos incrementamos nuestra  fe cristiana, quizás porque nuestras oraciones van aumentando y siempre están dedicadas a ellos.

Túnica y capa impecables, lazos celestes preparados, medalla colgada, vela o farol recogido, todo está a punto para acompañar otro año más a nuestras imágenes por las calles de nuestro pueblo. Algunos de ellos (los más pequeños) no llegarán hasta el final pero todo esfuerzo es de valorar. En cuanto a los más grandecitos les debemos de dar la enhorabuena por aguantar esas horas y llegar, aunque cansados, hasta el final de la procesión.

Me gustaría pedir este año a nuestros costaleros una levantá por nuestros “peques”, por sus hijos, hijas, sobrinos, sobrinas… por todos los niños y niñas de nuestra cofradía. Para que nuestra Santísima Madre la Virgen de las Angustias los proteja, y que sigan años tras años acompañando a nuestras imágenes con la misma ilusión que tienen desde estas tempranas edades. Porque ellos son el futuro de nuestra cofradía, en ellos metemos toda nuestra confianza en que nuestra hermandad siga viva generación tras generación.

Valérie Calatrava

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